sábado, 7 de noviembre de 2009

El proletariado chileno y la Revolución Rusa. Un 7 de noviembre de hace 88 años

Corría 1921, y el periódico La Verdad (órgano del ‘Consejo Federal Nº 3 de la Provincia de Coquimbo’), publicaría – dos días antes del aniversario – un texto dedicado a conmemorar una fecha que el proletariado (socialista) chileno a esta altura había asimilado como propia, «[…] el día en que el proletariado del mundo entero se inclina ante la majestuosa lección que le dieran los gigantes de la hoy Rusia obrera»[1], cuando «la historia volvió la página y abrió el capítulo de los Soviets»[2]. En Santiago, desde los primeros días del mes de noviembre el POS y el ‘Consejo Nº 28 de Oficios Varios de la F.O.Ch.’, por medio del órgano central de aquella, comenzaban a invitar «[…] a todos los Consejos Federales, sociedades mutuales y al proletariado en general a un gran comicio que se efectuará en esta capital el día 7 de noviembre, en conmemoración al 4.o aniversario de la Revolución Rusa»[3]. La ‘festividad’ proletaria, entonces, lograba dejar de ser prisionera de las páginas de los diarios y periódicos obreros, para materializarse en otro plano de existencia, y lo haría en grande. El día anterior al ‘comicio’, La Federación Obrera detallaba los pormenores del «[…] gran desfile que tendrá por objeto demostrar nuestras simpatías y admiración por la Nueva RUSIA DE LOS SOVIETS y a la vez nuestros votos por que no se ejecute la pena de muerte de los compañeros SACCO Y VANZETTI en Estados Unidos»[4]. Aquél, convocaría simultáneamente a los obreros (a las 8 de la tarde del día lunes 7) a trece distintos puntos del centro de la capital[5], en cada uno de los cuales un destacado orador (entre los que se contaban socialistas y demócratas como Luis Emilio Recabarren, Santiago Labarca, Juan Pradenas, Luis Víctor Cruz, Manuel Hidalgo, etcétera) realizaría una conferencia pública de media hora de extensión «[…] para explicar el significado de la REVOLUCIÓN RUSA»[6], tras la cual «todos estos grupos vendrán hasta la Alameda frente a Cochrane para organizar el GRAN DESFILE»[7] – «una grandiosa manifestación de cultura nacional»[8], según apunta el mismo anuncio – el que luego marcharía «[…] frente a las Legaciones Inglesas, Francesa, Italiana y Norte Americana [sic] para que sus representantes aprecien el valor de esta adhesión del pueblo de la capital chilena, a las ideas y pensamientos que motivan el desfile»[9].

Al día siguiente del acto, el mismo diario informaba que «imponente bajo todo punto de vista resultaron, tanto las conferencias, como el colosal desfile, con que el proletariado de Chile, ha contribuido al regocijo mundial en el día en que la República Roja celebra el 4.o Aniversario de su emancipación social»[10]. Ateniéndome a la versión de la misma fuente, «ochenta mil obreros, – henchido el corazón de regocijo–, atravesaron en gruesas columnas, toda la ciudad de Santiago […]»[11], en el más absoluto de los comportamientos cívicos[12]; conducta por la que no estuvo dispuesto a apostar el Gobierno, lo que derivaría en que no todo saliera como lo tenía presupuestado el comité organizador, como indica el diario de la F.O.Ch.:

«Mientras los proletarios, los piojentos andrajosos, los mendigos – como nos llama la prensa burguesa y la clase rica – daban una alta muestra de cultura a estos anfitriones, el Gobierno – vergüenza de una República democrática – insultaba al pueblo impidiéndole que él desfilara por las legaciones extranjeras, porque, según nos dijo un emisario del Ministro del Interior, el Gobierno temía que se apedreara a las legaciones, lo que es lo mismo, el Gobierno del Amor creía que el pueblo inculto y salvaje, no sabría comportarse en jauría de animales feroces, asaltaría los palacios de los corrompidos representantes de la clase rica extranjera»[13].

A lo que se debía sumar, según el artículo, el hecho de que se desplegara a «[…] todos los pacos [sic] de Santiago, para que, armados hasta los dientes, enfrentaran a los trabajadores»[14]. Es particularmente importante destacar además, que la nota señala que «es gratísimo dejar constancia que el hermano guardián [aludiendo a los policías] va abriendo los ojos, de otra manera no se explica el por qué de esa cantidad enorme de oficialidad»[15]. Puede parecer iluso de su parte, pero El Mercurio del día siguiente al ‘comicio’, sorprendentemente, informa de un hecho que bien puede hacer dudar de esta primera impresión:

«En los momentos en que la concurrencia aplaudía a uno de los oradores, pasaba un tranvía Alameda en cuya plataforma iba el sargento del Batallón de Tren Luis Riveros, quien vivó [vitoreó] con fuerte voz a la ‘Revolución’ que se aplaudía en esos instantes y gritó ¡’abajo los burgueses!’. Por orden del Prefecto alcanzó al referido tranvía un auto con oficiales de policía, quienes detuvieron al referido sargento, ordenando su detención a la 1.a comisaría.

Se nos informa que al tiempo de cumplirse esta orden el sargento Riveros se arrancó los galones, diciendo que no quería estar al servicio de la oligarquía. Desde la 1.a comisaría, en la que estuvo breves momentos, se le llevó al cuartel.

Sabemos que de orden superior se ha ordenado instruir el sumario correspondiente»[16].

‘Pacos’ más o ‘pacos’ menos, con o sin desfile frente a las representaciones diplomáticas de las más insignes naciones capitalistas, con ‘sargentos conversos’ o no, la convocatoria fue un éxito rotundo. La bandera roja lograba enarbolarse y batirse orgullosa – en las calles de la principal ciudad del país, además del cerro Santa Lucía y del edificio de La Federación Obrera[17] – en las manos de decenas de miles de obreros nacionales; y lo hacía, no ‘el mismo día que…’, sino ‘porque’ se conmemoraba el ‘triunfo’ de los obreros y campesinos en la ahora ‘República del Soviet’.


Así lo informó la prensa proletaria de la época

“Aniversario de la revolución rusa” [18]

Imponente bajo todo punto de vista resultaron, tanto las conferencias, como el colosal desfile, con que el proletariado de Chile, ha contribuido al regocijo mundial en el día en que la República Roja celebra el 4.o Aniversario de su emancipación social.

Ochenta mil obreros, – henchido el corazón de regocijo,– atravesaron en gruesas columnas, toda la ciudad de Santiago como se había anunciado, hacia la Alameda de las Delicias, desde donde partió el mitin que desfilará por [Delicias], Bandera y Agustinas hasta el Cerro de Santa Lucía, donde se levantaron varias tribunas.

Sin ningún grito destemplado, en medio de sorprendente cultura, el pueblo mostró a la clase rica del país, cómo él, se encuentra capacitado para gobernarse por sí mismo y cómo se ha plegado al proletariado mundial, para protestar de la condena a muerte de los camaradas Sacco y Vanzetti y también para pedir a nuestro Gobierno la pronta libertad de los compañeros procesados y condenados en el sumario que se instruye contra nuestros camaradas de San Gregorio, como así mismo, para pedir la libertad de Alarcón y Vidal, enjuiciados por cuestiones sociales.

Mientras los proletarios, los piojentos andrajosos, los mendigos – como nos llama la prensa burguesa y la clase rica – daban una alta muestra de cultura a estos anfitriones, el Gobierno – vergüenza de una República democrática – insultaba al pueblo impidiéndole que él desfilara por las legaciones extranjeras, porque, según nos dijo un emisario del Ministro del Interior, el Gobierno temía que se apedreara a las legaciones, lo que es lo mismo, el Gobierno del Amor creía que el pueblo inculto y salvaje, no sabría comportarse en jauría de animales feroces, asaltaría los palacios de los corrompidos representantes de la clase rica extranjera.

La conducta correcta en que se desarrolló la grandiosa manifestación de anoche, en un insulto para aquellos, que preconizando un amor incalculado [sic] por la clase trabajadora, despliegan a todos los pacos [sic] de Santiago, para que, armados hasta los dientes, enfrentaran a los trabajadores.

Pero nos es gratísimo dejar constancia que el hermano guardián va abriendo los ojos, de otra manera no se explica el por qué de esa cantidad enorme de oficialidad. Los guardianes, esclavos como nosotros, no pueden permanecer indiferentes cuando ven que en el corazón de la ciudad los trabajadores enarbolamos la bandera roja de las reivindicaciones obreras, la que se batió orgullosa, en el día, es nuestro edificio y en la noche en el Cerro Santa Lucía, paseo de la aristocracia chilena.

Cuando contemplábamos nuestra hermosa bandera batirse al viento, desplegada, y cuando veíamos a esa cantidad enorme de trabajadores en torno de ella, pensábamos con regocijo, en el día feliz en que clavaremos esta gloriosa enseña de la paz, justicia y amor, en la Moneda, en el Parlamento, en el comercio, en la banca y en los cuarteles, realizando la aspiración de los productores de que la tierra sea para los que la hacen producir.

Así reaccionaban las autoridades:
Nota del Prefecto de policía al Secretario General del POS [19]

Santiago, 7 de noviembre de 1921.- Acuso a usted recibo de su comunicación de esta fecha, por la que pone en mi conocimiento que hoy a las 8.30 P.M. las columnas proletarias recorrerán las calles de la ciudad en manifestación de simpatía al aniversario de la revolución rusa.

Con tal oportunidad debo prevenir a usted que, tomando en cuenta que esta manifestación se llevará a efecto de noche, que en tales condiciones es casi imposible un control absoluto de la manifestación y que puede repetirse en ella lo que ya ha ocurrido en otras ocasiones al producirse desórdenes y atentados por elementos subversivos que se mezclan a la gente tranquila en las aglomeraciones, el Gobierno ha acordado impedir que el desfile pase frente a las legaciones de Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia, comunicándolo así al infrascrito el señor Ministro del Interior.

Esta medida de previsión que tiende únicamente a evitar al país incidentes desagradables con países amigos, será cumplida estrictamente por la policía, aunque para ello se viese obligada a medios coercitivos. Espero, sin embargo, que la cordura de los dirigentes obreros prevalecerá y que será acatada esta orden con sólo esta comunicación oficial.

Saluda a Ud.– (Firmado).– B. Gómez Solar, prefecto.

Al señor R. Salinas J., secretario general del Partido Obrero Socialista.



[1] C. Lazo, “Aniversario de la República rusa”, La Verdad, Coquimbo, 5 de noviembre de 1921, comillas en el original

[2] Ibídem.

[3] “Aniversario de la Revolución Rusa”, La Federación Obrera, Santiago, 2 de noviembre de 1921.

[4] “Aniversario de la Revolución Rusa”, La Federación Obrera, Santiago, 6 de noviembre de 1921, mayúsculas en el original.

[5] Maestranza con Diez de Julio, la Plaza Almagro, la Plaza Manuel Rodríguez, la Plaza Yungay, Avenida Matta con Arturo Prat, Alameda con Bascuñán, la Plaza Brasil, Loreto con Dardignac, Alameda al pie del Cerro Santa Lucía, Independencia con Rosario, Riquelme con Sama, Blanco Encalada con Bascuñán y Castro con Gorbea.

[6] “Aniversario de la Revolución Rusa”, La Federación Obrera, Santiago, 6 de noviembre de 1921, mayúsculas en el original.

[7] Ibídem, mayúsculas en el original.

[8] Ibíd.

[9] Ibídem.

[10] “Aniversario de la revolución rusa”, La Federación Obrera, Santiago, 8 de noviembre de 1921.

[11] Ibídem.

[12] Sobre la cantidad de asistentes al evento, si bien no da un número de los participantes, El Diario Ilustrado señala que «formados en columnas se extendían las filas de manifestantes desde la estatua [del General José de San Martín en la Alameda de las Delicias] hacia el poniente ocupando varias cuadras» (“Las actividades de los comunistas. Los desfiles callejeros de anoche”, El Diario Ilustrado, Santiago, 8 de noviembre de 1921).

[13] “Aniversario de la revolución rusa”, La Federación Obrera, Santiago, 8 de noviembre de 1921.

[14] Ibídem.

[15] Ibíd.

[16] “La manifestación socialista efectuada anoche”, El Mercurio, Santiago, 8 de noviembre de 1921, comillas en el original.

[17] “Las actividades de los comunistas. Los desfiles callejeros de anoche”, El Diario Ilustrado, Santiago, 8 de noviembre de 1921.


[18] “Anieversario de la revolución rusa”, La Federación Obrera de Chile, Santiago, nº 230, 8 de noviembre de 1921.


[19] “Las actividades de los comunistas. Los desfiles callejeros de anoche”, El Diario Ilustrado, Santiago, 8 de noviembre de 1921.


domingo, 18 de octubre de 2009

Un dinosario en extinción

Es probablemente el mega proyecto artístico-social-arquitectónico-urbanístico más polémico de los últimos tiempos. Quizá sólo comparable con el proyecto de un puente de más de 3 mil kilómetros que uniese el continente con la Isla de Pascua. El que tuvo una muy breve existencia, y por cierto que no dejó de ser utilizado electoralmente por la oposición hace algunos años. La sola idea de la instalación de una gigantesta estructura metálica de más de 13 metros de alto (consideranto la base y la estatua) ha suscitado un rechazo "casi" unánime.

En muchos casos, el inminente peligro de que la estatua cobre vida y avance por Santiago, destruyendo todo a su paso, ha resultado un factor determinante en esta oposición de los capitalinos ante esta iniciativa. La sola idea de aquello, ha llevado a que la figura, haya sido bautizada tempranamente como "súper papa", "papasaurio", "papazilla", "Wojtzilla", "megapapa" (nombre que, además, se anticipa al hecho de que seguramente será el canal del fallecido Ricardo Claro uno de sus principales defensores), "ultrapapa" (por Ultramán), etc. Si algo nos enseña la historia del Japón, es que definitivamente la mezcla entre seres gigantes y ciudades es, por lo menos, riesgosa; como lo han demostrado los múltiples "documentales" japoneses que han aludido al tema; testimonios vivos de la enorme destrucción causada por mosntruos como Godzilla, e incluso por el mísmisimo Ultramán. Si bien en un país ultrapoblado como Japón, las miles de vidas humanas perdidas a causa de estos "inconvenientes" apenas se perciben, probablemente debiéramos lamentar que aquello ha conspirado en que aún no tengamos relojes de pulsera que planchen, refrigeradores con lavadora incluida, o bien, suficientes modalidades de lucha ultraviolenta (¡Cuántos genios hemos perdido!). Además, de este tipo de episodios nuestro país sabe también de sobra, como en el lamentable suceso de 1973, cuando la iracunda Virgen del cerro San Cristóbal arrasó con el palacio de gobierno, asesinando al presidente Allende y obligando a los militares tomar el mando de un acefalo país. Por su parte, la prensa peruana ya considera a aquella construcción como una prueba más de la carrera armamentista chilena; estimando que dicha figura constituye un lugar ideal para esconder en su interior un cohete nuclear de mediano alcance.

Desde otras perspectivas, algunas preclaras mentes liberales ya advierten de que las verdaderas intenciones de la Universidad San Sebastián y del municipio de Recoleta (impulsores del proyecto), no son más que el pasivo proselitismo religioso hacia los impíos estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y a la descarriada juventud que visita semana a semana el barrio Bellavista, en busca de un pasatiempo definitivamente "disoluto", a saber, empaparse de los conocimientos jurídicos que emanan de la mencionada facultad de la "casa de Bello" (en honor a Gonzalo Bello, antiguo dueño del edificio en donde ésta funciona). La imagen de este santo varón de la Iglesia, sin lugar a dudas logrará cautivar - por asimilación - las almas perdidas. Por aquello, se han levantado voces que exigen la construcción de una estatua de 26 metros de altura de Charles Darwin, frente a la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Chile (http://www.facebook.com/search/?q=darwin&init=quick#/group.php?gid=150990909696&ref=search&sid=637489359.138950753..1), en busca de producir un fenómeno contrario. Otros, por su parte, alegan que la figura debería ser una representación de alguna eminente personalidad local, provenientes de la política. Así, se propuso en una primera instancia al ex-presidente Patricio Aylwin, hasta que se descubrió que en verdad todavía no fallecía... por lo menos legalmente. Y existen incluso aquellos que abogan a favor de que un monumento de tales dimensiones aluda a personajes religiosos, pero de aún mayor relevancia, como el Papanicolaou [sic].

Como sea, los detractores de la obra pueden respirar tranquilos, pues cuentan con varios puntos a su favor. El primero de ellos, el hecho del precario nivel de las construcciones en nuestro país, lo que hace probable que tras la primera lluvia la estatua caiga irremediablemente al Mapocho (por el hecho de que en vez de metal, es seguro que se ocupe algún material "igualmente resistente", pero más económico... como carton piedra forrado con papel metálico) . En segundo lugar, que los históricos retrasos en la entrega de obras de importancia en Chile, hacen muy factible que el monumento no esté listo hasta 15 ó 20 años más (como aún se espera la terminación del vanguardista monumento a la "honradez chilena"). Y por último, no sería extraño que una mañana cualquiera, sin testigo alguno de lo ocurrido, el gigante metálico simplemente haya desaparecido...

domingo, 20 de septiembre de 2009

"El 18"

Muchas veces nos hemos preguntado: ¿qué cosa celebra el pueblo en los días llamados del 18 de septiembre?

Algunos y sobre todos los burgueses, nos dicen: “celebramos nuestra emancipación política, nuestra independencia como república”.

Mas en realidad de verdad, la clase proletaria no tiene ninguna libertad ganada con el cambio operado en Chile el 18 de Septiembre de 1810.

Si alguna libertad tiene el trabajador, ella es, la de morirse de hambre, vivir en la misería o pasar toda su vida en el presidio.

Para que veamos bien estas cosas, para analizar su realidad, debemos alejarnos un poco del fanatismo que nos empuja a creernos emancipados y a considerar como nuestra la independencia de la República.

Nada, pero nada, tiene que celebrar el pueblo proletario en esta fecha, porque su libertad aún no la ha conquistado.

Los que verdaderamente se emanciparon del yugo español fueron los ricos, pero no por sus esfuerzos, sino por los esfuerzos y sangre de los pobres.

Los pobres eran pobres bajo el yugo de la monarquía española, y pobres son todavía, bajo el yugo de la monarquía chilena, llamada por sarcasmo república libre.

Entonces, ¿ qué celebran los pobres ? ¿la emancipación de los ricos chilenos sobre los ricos españoles?

Abre tus ojos, pueblo, y verás la verdad.

La libertad no la tienes y debes prepararte para conquistarla.

Lo que hay de verdad, miradas las cosas sin pasión, es que un grupo de ambiciosos de poder y de dinero y que hoy son llamados “ padres de la patria”, armaron a los esclavos de la colonia para hacer la revolución y una vez vencedores ellos se apoderaron de la dirección de los pueblos y del dinero.

Desde que se proclamó la república, los impuestos y las contribuciones han ido aumentando asombrosamente hasta llegar a formar hoy día una renta de más de ciento cincuenta millones de pesos anuales, que se la roban y la malgastan entre los favorecidos y los ricos.

¿Qué toca al pueblo de toda esa renta creada en esta república independiente?

La metralla y los sables, el patíbulo y las cárceles que con ese mismo dinero, arrancado a su trabajo, se le tiene preparado como premio, cuando intente reclamar justicia.

Los proletarios que se precien de serios, estudiosos y amantes de la emancipación del pueblo, deben comprender que es sumamente pernicioso contribuir a celebrar una fiesta que marca una nueva jornada de esclavitud para el pueblo.

Es pernicioso porque la ignorancia hace creer al pueblo que en esos momentos se olvidan las diferencias entre ricos y pobres, que al rico le conviene porque así narcotiza por algún tiempo al pueblo; pero los trabajadores pierden porque al calor de esos momentos los ricos apretan más las cadenas con que nos oprimen.

¿Qué patria tenemos nosotros que no poseemos un solo pedazo de suelo, ni un techo donde descansar?

¿Qué libertad tenemos nosotros que no podemos andar, comer, gozar, ni trabajar sino bajo el peso de leyes abrumadoras y pesadas ?

¿Que celebramos entonces?...

Luis Emilio Recabarren S.

El Proletario. Tocopilla, 16 / septiembre / 1905. (Fuente: http://www.luisemiliorecabarren.cl/?q=node/416)

jueves, 16 de julio de 2009

Reflexiones a 40 años de la llegada del hombre a la Luna

Han transcurrido ya más de 50 años desde el inicio de la denominada ‘Carrera Espacial’ entre los Estados Unidos de América (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS). Era finales de 1957 – específicamente el 4 de octubre de aquel año – cuando la potencia comunista sorprendía al mundo al lograr exitosamente la puesta en órbita del primer satélite artificial de la Historia. Se trataba del Sputnik 1, un pequeño artefacto – comparado con los actuales ‘estándares’ de los satélites – que poseía un diámetro de 60 centímetros y un peso aproximado de 84 kilogramos. A pesar de que su vida útil fue más bien breve, pues se mantuvo activo por escasos 21 días (convirtiéndose en ‘basura espacial’ hasta que, a comienzos del año siguiente, su reingreso en la atmósfera terrestre le significaría su desintegración final), la importancia de tal acontecimiento no puede ser medida en términos del tiempo de funcionamiento del Sputnik, sino más bien en la medida de cuáles fueron las repercusiones que el mismo tuvo.

Los próximos ‘golpes’ de la Unión Soviética’ se sucederían rápidamente. El primero de éstos vendría de la mano precisamente del Sputnik 2 (bastante más grande que su predecesor, pues su masa superaba la media tonelada), el segundo satélite artificial en ser puesto en órbita. Aquél se transformaba en la primera nave espacial que transportó ‘material biológico’ más allá de los confines del delicado manto celeste que rodea a nuestro planeta, se trataba de la perra ‘Laika’. Menos de un mes después del ‘impacto público’ que había significado el primer Sputnik, la URSS lograba probar categóricamente que era posible mantener con vida a un ser vivo fuera de la protección que nos ofrece la atmósfera terrestre, aunque sólo fuera por unas pocas horas. Años más tarde, el 12 de abril de 1961, la misión ‘Vostok 1’ ponía en órbita al primer ser humano, el piloto ‘Yuri Alekseyevich Gagarin’. Su temprano deceso, en un accidente acontecido en el año 1968, no le dejaría disfrutar sin embargo, de la categoría de ‘héroe de la humanidad’ que sin dudas merecía.

En el ‘mundo occidental’ (y muy probablemente aún para el mismo Estado soviético) aquellos sucesos (y algunos otros) no se concibieron, o por lo menos no en su ‘porción más importante’, como un salto en el progreso científico y tecnológico de la humanidad. Por el contrario, sus repercusiones político-propagandísticas coparon la mayor parte del análisis. Y es que no solamente en las guerras o en siniestros experimentos como el Lebensborn nazi – probablemente algunas de las dimensiones más funestas de esta comunión – la ciencia y tecnología se unen al campo de la política. Hubo otros espacios en donde también se puede hablar de una ‘politización de la ciencia’. El historiador británico Eric Hobsbawm (en su Historia del siglo XX) se ha referido a este fenómeno en los siguientes términos:

«Un tanto inesperadamente, fue en la zona de influencia soviética donde la ciencia se politizó más a medida que avanzaba la segunda mitad del siglo. […] Los científicos eran miembros por excelencia de la amplia nueva clase media profesional, instruida y técnicamente preparada, que era el principal logro del sistema soviético, al mismo tiempo que la clase más consciente de sus debilidades y limitaciones. Eran mucho más necesarios para el sistema que sus colegas occidentales, ya que eran tan sólo ellos los que hacían posible que una economía atrasada en muchos aspectos pudiese enfrentarse a los Estados Unidos como una superpotencia. Y demostraron que eran indispensables al permitir que la Unión Soviética adelantase durante un tiempo a Occidente en la tecnología más avanzada: la espacial. El primer satélite construido por el hombre (Sputnik, 1957), el primer vuelo espacial tripulado por hombres y mujeres (1961, 1963) y los primeros paseos espaciales fueron rusos. Concentrados en institutos de investigación o en ‘ciudades científicas’, unidos por su trabajo, apaciguados y disfrutando de un cierto grado de libertad concedido por el régimen posestalinista, no es sorprendente que surgieran opiniones críticas en ese ámbito investigador, cuyo prestigio social era, en todo caso, mucho mayor que el de cualquier otra ocupación en la sociedad soviética»[1].


Por otra parte, es posible afirmar que un proceso similar se vivió doce años más tarde, en el mes julio de 1969, cuando la estadounidense ‘Agencia Nacional de Aeronáutica y el Espacio’ (NASA, por sus siglas en inglés) lograba materializar sueños milenarios de la Humanidad (a la vez que la promesa del asesinado presidente John F. Kennedy), poniendo a tres de hombres sobre la Luna[2]. Si bien los rusos habían logrado colocar – con diverso éxito – ‘ingenios’ propios en la órbita del satélite natural terrestre y en su superficie (vehículos no tripulados, comúnmente denominados ´sondas’, varios de los cuales no completaron victoriosamente sus misiones, estrellándose estrepitosamente con la Luna) desde comienzos del decenio de 1960; su ‘impacto’ no sería ni siquiera cercano al que produciría el «small step» de Armstrong.

Si bien éste, en su ya mítica frase, hablaría de «one giant leap for mankind», EUA no tardaría en reivindicar como ‘suyo’ el acontecimiento que lo había hecho triunfar en la denominada ‘Carrera Espacial’. La Imagen 1, por ejemplo, muestra un parche conmemorativo con que la NASA recordaría tal gesta. El cuadro es más que elocuente. En él, se observa a un águila calva americana (símbolo nacional de los EUA, y que además forma parte del Escudo de dicho país) a punto de posar sus poderosas garras sobre la superficie selenita. Los estadounidense, definitivamente, no vieron en aquel acontecimiento sólo un ‘avance’ en el desarrollo de nuestra civilización. Sino más bien, lo concibieron como un triunfo de su propio poderío.

Con el desarrollo de los transbordadores (o ‘lanzaderas’) estadounidenses y los ‘Buran orbiters[3] soviéticos, se viviría una carrera similar en los decenios de 1970 y 1980.

En nuestros días, nuevos actores se han sumado a la denominada carrera espacial, incluída la enorme China; que no sólo ha conseguido éxitos como el lanzamientos de sus propios cohetes – con diseños basados en los vehículos de este tipo que fueron desarrollados por los científicos de la Unión Soviética –, sino que, en los siguientes años (probablemente en menos de una década), pondrá al primer chino (y en general al primer ‘oriental’) a caminar en suelo lunar. ¡Éste deberá pensar mucho si desea igualar – e incluso sólo aproximarse a – la recordada frase de Neil Armstrong! Sin duda, pecaríamos de ‘ingenuos’ si concibiésemos que el desarrollo de este programa tiene nada más que ‘objetivos científicos’. Los cientos de miles de millones de dólares invertidos en misiones espaciales de escaso significado científico muchas veces, inexorablemente deben hacer que nos cuestionemos esta ‘romántica’ mirada. Y, debemos aceptarlo, muchos de los políticos y militares patrocinadores de estos proyectos, muy pocas veces poseen visiones de ‘largo plazo’ al concebir éstos. La pregunta que bien podríamos hacernos aquí es: ¿’ir al espacio’ se trata, en el fondo, de ‘ir al espacio’?



[1] Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, Buenos Aires, Editorial Crítica, 1999, pág. 540.

[2] Si bien la tripulación de la misión ‘Apollo 11’ estaba compuesta por tres astronautas (Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr. y Michael Collins), sólo los dos primeros lograron efectivamente 'pisar' suelo selenita, pues Collins - en su calidad de piloto del módulo de mando - debió aguardar el regreso de sus compañeros en los controles.

[3] Véase la página web de la empresa desarrolladora del proyecto ‘Buran’: http://www.buran.ru/htm/molniya.htm.